PATRICIA JARAQUIDES RECOMIENDA....
- Hola. Había leído en otro post que podíamos recomendar libros. A mí me gusta leer mucho, y recomiendo "Memorias de Idhún", de Laura Gallego, "Corazón de Tinta", de Cornelia Funke, y por supuesto, "Harry Potter", de JK Rowling. También escribo cuentos.
Leer y escribir, qué buena conjunción Patricia. Ánimo en las dos tareas y que las disfrutes. ¿Qué tal colgar un pequeño relato o poesía si los tienes?
ResponderEliminar¿Quereis leer algo? Sólo tengo relatos, pero son largos. ¿Os puedo mandar uno que les escribí a mis compañeros de clase el año pasado? Tiene cinco páginas... y es divertido :)
ResponderEliminar¿Os sirve eso? ¿Cómo os lo mando?
Podéis enviar vuestros trabajos a biblioiescazorla@gmail.com
ResponderEliminarLos esperamos
Texto de Patricia Jaraquides
ResponderEliminarHORMIGAS CONTRA HUMANOS
Las hormigas, pequeños insectos que ya conviven con nosotros, los humanos, casi
sin darnos cuenta. Aparecen por cualquier rincón de la casa, se suben por la mesa
en busca de comida para alimentarse… ¿Pero quiénes se creen que son? ¡Nos
roban la comida! Con sus diminutas antenas, son capaces de oler todo lo que haya
por su alrededor. Que sí, que pueden ser muy trabajadoras y todo lo demás, de eso
no digo nada (porque es verdad), pero, ¿qué pasa, entonces, con nosotros? ¿No
somos trabajadores, iguales que ellas? ¿No somos más fuertes, inteligentes y
mejores que las hormigas? Ahora bien, mi pregunta es la siguiente: ¿Qué haríamos
los humanos si tuviésemos esas “antenas” en la cabeza? Qué extraño, ¿verdad?
Pero podríamos hacer muchas cosas, tal vez, oler más de lo que ya olemos,
escuchar a grandes distancias, saber cuándo podemos hacer esto y aquello…
Por el contrario, los humanos nos encargamos de apartarlas de nuestro
camino, de darles un empujón con la mano y ¡zas! Hormiga que vuela, hormiga
que se va. También le derrumbamos su casa, el hormiguero. ¡Hay que ver cómo
somos! Entonces, ¿quiénes somos nosotros, sus enemigos? Porque, a ver, pensemos,
las apartamos de nuestro lado, les tiramos sus casas y hasta las matamos. Habría
que ver a las pobres hormigas tan grandes como los somos nosotros, a ver lo que
nos harían… O habría que vernos a nosotros convertidos en seres diminutos, como
ellas. Ahí seguro que seríamos incapaces de defendernos, por algo insignificante
que fuera. Nos acobardaríamos a la más mínima y saldríamos huyendo –haciendo
caso a nuestro instinto de supervivencia.
De modo que, esta guerra entre hormigas y humanos, ha finalizado. Todo se
queda como está, que por estar, está bastante bien.